El humo del destino se asemeja a una neblina que se enrosca en las yemas de los dedos, parece real, pero es difícil de atrapar. Trae consigo una belleza etérea que embriaga a quien lo experimenta, pero se desvanece en un instante. El destino es como una brisa fresca, que llega inesperadamente, y se va en silencio, dejando una emoción indescriptible. El humo del destino se dispersa fácilmente, pero el destino es difícil de encontrar; solo al valorar el presente se puede aferrar ese encuentro que realmente te pertenece en medio de la multitud.
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El humo del destino se asemeja a una neblina que se enrosca en las yemas de los dedos, parece real, pero es difícil de atrapar. Trae consigo una belleza etérea que embriaga a quien lo experimenta, pero se desvanece en un instante. El destino es como una brisa fresca, que llega inesperadamente, y se va en silencio, dejando una emoción indescriptible. El humo del destino se dispersa fácilmente, pero el destino es difícil de encontrar; solo al valorar el presente se puede aferrar ese encuentro que realmente te pertenece en medio de la multitud.